REAPROPIACIÓN VÍA TROLEO: EL ECCE HOMO DE BORJA │ Diego Zavala
Desde la pura fascinación del fenómeno, desde el
impulso de establecer vínculos personales con la anécdota, es que hago esta
breve reflexión sobre la restauración del Cristo de Borja.
Mi primera reacción fue pensar en el gran negocio que
se iba a volver el icono religioso, cosa que ya está sucediendo, tanto en
términos turísticos, como de marca. Ahora que el ayuntamiento decidió registrar
la marca Ecce Homo en todas sus variaciones, y que está recibiendo turismo
nacional y extranjero, creo que es ahora cuando más interesante se puede volver
el caso, a pesar de que se diluya en la marea informativa.
Dos puntos son las que más me asombran del incidente:
1) El registro comercial de una marca respecto de un tema religioso por parte
de un ayuntamiento, lo cual genera serias contradicciones entre el culto y la
explotación industrial (como pasó con la imagen de la Virgen de Guadalupe en México). 2) el fenómeno turístico desatado, aparentemente, por la curiosidad de ver la
ineptitud de la restauradora al no seguir el canon de recuperación de la obra
artística. Es un fenómeno de reapropiación viral de un símbolo que,
probablemente no coincida con las creencias religiosas de la gente y, a pesar
de ello, vuelva a esa iglesia célebre. Fama involuntaria.
Ya quisiera la institución católica atraer tantos feligreses
como lo hará ahora vía el turismo, gracias a una imagen que ha sido mutilada,
según los ortodoxos. Lo que tal vez menos quisieran los líderes de la iglesia que
la gente identificara como emblemático de Borja ahora es la gran oportunidad
económica y de reconocimiento para un pequeño pueblito de la provincia de
Aragón. Tierra de Buñuel, nunca dejas de sorprendernos.
Este incidente ha despertado en mí, como en mucha
gente, la curiosidad. Hace años que no tenía ganas de ir a una iglesia, ahora gracias
a la buena fe de una señora octogenaria, me ha vuelto el espíritu peregrino. Quiero ver a todos esos turistas que han recuperado el interés por ver una
imagen religiosa. Quiero oír los comentarios sorprendidos y, tal vez, hasta ver
algún sensible que sufra de síndrome de Stendahl ante el gran trabajo de doña
Cecilia. Auschwitz, la franja de Gaza, el turismo “dark” y el turismo de guerra
parecen ceder ante esta nueva forma de viaje de placer. El encuentro, no ya con
la experiencia última o la obra de arte, es la peregrinación del meme.