DEL CHOQUE GENERACIONAL EN TIEMPOS DE CONVERGENCIA │ Eduardo Pérez Ríos
Una de las pocas cosas buenas del mundo moderno:
Si mueres en televisión no morirás en vano.
Habrás entretenido a mucha gente
Si mueres en televisión no morirás en vano.
Habrás entretenido a mucha gente
Kurt Vonnegut
Reciclando a Hamlet en los noventas
En 1991, el escritor y periodista canadiense Douglas Coupland
publicó su primer novela a la que tituló GenerationX: Tales for an Accelerated Culture. En su libro, Coupland describe las
personalidades de un grupo de adolescentes norteamericanos que reflejaban el comportamiento
de la “generación” a la que él mismo se sentía apegado. El plasmar sus propias
experiencias de juventud tuvo como resultado literario una tragicomedia
interpretada por estudiantes universitarios que fueron retratados por el autor
con una naturaleza cínica e irónica, hedonistas y unidos en amistad por un
instinto egoísta de inconformidad social.
Para el lector, cada
una de las interacciones de los personajes de Coupland se encuentra rodeada por
una espontaneidad intelectual pero muy alejada de cualquier sentimiento moral.
Al analizar los gustos y aficiones que quedan retratados en el libro, los
personajes reflejan el que a la postre se convertiría en el estereotipo del
comportamiento adolescente de los años noventa: jóvenes adictos a la música alternativa,
al sexo sin romance, a la cafeína de tiendas de conveniencia, a la cerveza
ligera, a la mariguana de dudosa procedencia, y a los reruns televisivos que son consumidos como una interminable
herramienta de aprendizaje y reciclaje cultural.
La vida de los
personajes está guiada por un reconocido dilema: Ser o no ser. Todos parecen
estar desesperados por dirigir sus vidas hacia algún lado, hacen toda clase de
movimientos pero siempre permanecen estáticos y arraigados emocionalmente al
mismo sitio que han elegido como su zona de confort psicológica. Son incluso
menos que una generación perdida: son en sí sólo una generación “equis”. Letra
que termina representando la incógnita en la gran variable existencial de sus
vidas.
Una suave cultura del desastre
Fuera de la ficción de Coupland y como un referente que ayuda a
satisfacer la curiosidad del lector, la ahora así llamada “Generación X” fue
engendrada por los Estados Unidos al inicio de la década de los setentas y no
más allá del inicio de la era Reagan en 1981. Más que un lugar de origen, la
nación norteamericana fue desde un inicio la tierra prometida de los “adolescentes
equis”. Las razones son en realidad simples y obvias: Estados Unidos es el Gran
Mercado. La patria que vio nacer a la Coca-cola
y a la televisión de paga.
La Generación X es la
primer gran sociedad consumista de la historia. Se trata de los primeros
adolescentes que tuvieron en sus manos más productos y facilidades de vida que
cualquiera de sus generaciones predecesoras; sin embargo, parecía que rechazaban
rotundamente formar parte del sueño
americano que había conquistado a sus padres a inicios de los años cincuentas.
El propio Coupland catalogaría el rechazo a este estilo de vida como el origen del
comportamiento de la sociedad norteamericana que renació después de la guerra
de Vietnam: una suave cultura del
desastre que confundía la estabilidad económica con apatía social. De esta
manera, la despreocupación y la falta de ambición formaron los pilares ideológicos
más importantes de la Generación X.
De esta manera, el espíritu
consumista de los años ochentas unido al mencionado sentimiento de desinterés
por las causas sociales fue lo que dio origen a la imagen de los jóvenes equis,
quienes encontraron en un estilo dirty look
y en la música grunge el reflejo
de su filosofía existencial. Así, la melancolía y el cinismo se convirtieron en
los parámetros instauradores de una imagen física y una actitud modelo. Todo gracias
al alcance de la señal de MTV.
Olor a espíritu joven
Nada dura para siempre. Como todas las grandes historias de la
humanidad, el desenlace de la Generación X estuvo también sumido en la
tragedia. La última vez que los jóvenes equis estuvieron reunidos, se
encontraron todos cara a cara en los funerales de dos de sus iconos más
representativos.
En la madrugada de
Halloween de 1993, los medios de comunicación dieron la noticia de la repentina
muerte del joven actor River Phoenix. La promesa de cine que los televidentes
habían visto crecer en sitcoms y películas
para adolescentes había fallecido por una sobredosis de cocaína y heroína. Como
estrella naciente de Hollywood moría con cierta ironía: convulsionándose sobre
la acera de Sunset Boulevard. Tenía 23 años.
Menos de seis meses
después, Kurt Cobain, vocalista de la banda grunge
Nirvana y padre putativo de la Generación X, emulaba a Hemingway intentando
devorar una escopeta cargada sin las debidas precauciones. Kurt no solamente se
unía al infame Club de los 27, al acabar con su vida en abril de 1994: también asesinaba
los ideales de una generación que jamás volvería a ser la misma sin su atormentado
líder.
La Generación X comenzó
a desvanecerse después de la muerte de River y Kurt. Con el paso de los años,
aquellos cínicos renegados del grunge
que una vez vimos dominados por la moda holgada del dirty look, comenzaron a transformarse en ejecutivos ambiciosos con
trajes ajustados en inmaculadas oficinas de trabajo. Los que alguna vez fueron
jóvenes en los noventas, no soportaron el choque existencial que se produjo
como consecuencia de pasar los treinta años de edad descubriendo poco a poco
que una imagen desaliñada no podía ser mantenida por siempre: el cabello de los
adolescentes equis parecía rehusarse a seguir adherido a sus cabezas mientras
que los pantalones rotos y las camisas de franela comenzaban a verse ridículas
sobre aquellos prominentes estómagos alimentados por más de una década con café
altamente endulzado, comida chatarra y cerveza que no resultó ser tan ligera
después de todo. La imagen como reflejo de una actitud cool tuvo que ser sacrificada en ese momento para no perder el
bello recuerdo de lo que pudo haber sido. Después de todo, los adolescentes
equis no habían sido testigos de un sueño asesinado por el fanatismo radical,
como sucedió con la muerte de Lennon en 1980. Ahora presenciaron la
autodestrucción de su propia generación consumida por la presión de no ser
capaz de mantener aquel peculiar “olor a espíritu joven”.
Renovarse, morir o resucitar en el nuevo milenio
Como recordatorio de que todo en esta vida consiste en renovarse o
morir, el surgimiento de nuevas preguntas existenciales para las sociedades dio
paso al nacimiento de la así denominada Generación del Milenio. Sus integrantes
son jóvenes que nacieron en la década de 1990 pero ya los consideramos seres del
nuevo siglo: son adictos al internet y al consumo sacro de productos
tecnológicos, forman parte de alguna red social, son inseparables de sus
celulares inteligentes, utilizan reproductores mp3 para remplazar los riffs
del grunge y usan la moda hipster para olvidar el dirty look.
Para la Generación del
Milenio, ningún acontecimiento había marcado sus vidas hasta el 11 de
septiembre de 2001, fecha que los jóvenes recuerdan por ser la única ocasión en
que todos los canales de televisión se sintonizaron bajo una misma transmisión:
el derrumbe de un símbolo político y económico norteamericano que marcó la
consolidación de la cultura acelerada, un punto de partida para el surgimiento del
activismo como generador de cambio ante fenómenos sociales más complejos. Así,
la lucha contra el terrorismo, la unión económica mundial, los derechos de las minorías,
el desarrollo sustentable, y la participación política ciudadana, son sólo
algunos de los temas discutidos por los jóvenes del milenio que ya desafían al
estado catatónico en el que vivió la Generación X durante toda su existencia. De
esta manera, el “renovarse o morir” implicó una resurrección filosófica en
contra de la apatía de los jóvenes equis, quienes bajo el escudo de la melancolía
simplemente dieron la espalda a los problemas mundiales.
Sin importar si el autor
de estas palabras fue alguna vez un adolescente equis, o si es un joven del
milenio, como parte de mi miedo al ostracismo social procuro rezar diariamente a
todos los santos de la cultura pop: para que el recuerdo de mi generación
subsista a través del tiempo y no sólo quede plasmado en algún wiki o blog como contexto introductorio a las entradas “MTV” y “iPod”. Si
un verdadero cambio de percepción en los compromisos sociales está por suceder
como resultado de la invención de la cultura acelerada, quizá sólo el paso del
tiempo lo dirá.
SOBRE EL AUTOR:
Tapatío por orgullo y nacimiento. Es Licenciado en Relaciones Internacionales
pero siempre ha dicho que “Internacionalista” está mejor. A pesar de su
formación humanista, estudió un MBA sólo para demostrar que nada en este mundo
está peleado.En la actualidad, a pesar de estar entrando a sus treintas, “Lalo”
es ya demasiado viejo para Hamlet y demasiado joven para Lear. Blog personal
Gracias por tu rico compartir SKAZ, y disculpen si en mi comentario hay erratas formales o de contenido, es lo que tienen la espontaneidad SKAZ.
Me gustó tu abogacía por el cambio, eso dicen que la única constante es el constante cambio, aunque a muchos nos dé vértigo afrontar lo desconocido. Por otro lado creo que "El Guardián entre el Centeno" de J.D. Salinger constructivamente interpretado, dado que sirvió también para lo contrario y justificación al asesino de Lennon, podría ser el denominador común generacional donde la inconformidad se expresa en múltiples formas y la defensa del carpe diem, la sencillez y la lógica natural que se manifiesta en los mundos infancia versus adultos, es una máxima o un pacífico pero poético grito de libertad. Creo que es deber existencial de todos los jóvenes, incluidos aquellos que nos consideramos de espíritu, seguir denunciando lo que no funciona proponiendo alternativas prácticas que sirvan en dirigir las causas y los efectos hacia un mundo feliz, que no el producido por el soma descrito por Aldous Huxley en su libro "Brave New World" o "Un Mundo Feliz". Cuyas líneas de las páginas 153,154 y 155 del siguiente PDF
http://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&ved=0CCwQFjAB&url=http%3A%2F%2Ffil.mty.itesm.mx%2Fsites%2Ffil.mty.itesm.mx%2Ffiles%2Febooks%2Fun_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf&ei=NtBEUK-bL8mL2AWKq4GYDQ&usg=AFQjCNGehbsY1vHlR0tpjzaOQxNNc84zKQ&sig2=jB35j_v0JHphGbpbrsGCsA
no dejan de despertar la reflexión y meditación de mi curioso joven perdido a ratos entre la lógica intuición natural y la locura del mundo humano con todas sus religiones prejuiciosas llamadas hoy mercado, ciencias, críticas, moda, etc:
Por ello que cada uno aportemos un poco de orden libre, por mi parte que pasen un feliz día y feliz semana,
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