CULTURA ON-DEMAND │ Eduardo Pérez Ríos
El fin de semana pasado mi mejor amiga me mandó un mensaje para
invitarme a ver The Hunger Games. Le pregunté sorprendido si
seguía en el cine. Supe inmediatamente que había quedado en ridículo con ella
cuando leí su respuesta en mi celular: NETFLIX (así, en mayúsculas).
Las plataformas
tecnológicas al servicio del entretenimiento continúan redefiniendo las
fronteras. Recuerdo haberme suscrito al popular servicio de renta de videos vía
streaming en septiembre de 2011,
apenas unos días después de que el portal fuera inaugurado en México. Aunque el
precio era muy accesible, su pobre catálogo me hizo cancelar la membresía de
prueba casi inmediatamente.
Saber que The Hunger Games era la novedad en el sitio me hizo darle una segunda
oportunidad. En sólo un par de minutos
reabrí mi cuenta. Al explorar nuevamente los títulos me conseguí una sorpresa:
ahora, en menos de un año de actualización de contenidos, el cloud computing me ofrecía acceso a
memorias televisivas que creía perdidas, o que sabía que sólo volvería a ver
haciendo una gigantesca inversión en box
sets de DVD y blu-ray: Twin Peaks, Quantum Leap, Beverly Hills
90210, Stargate. Incluso Pato Aventuras y Supercampeones. ¿Acaso le debo tal maravilla a una evolución
tecnológica y cultural de la que apenas estoy siendo consciente? ¿A quién le
doy las gracias por poner al alcance de un click
mis recuerdos de infancia?
En cuanto a la
comprensión de las nuevas teorías de comunicación en la era digital me
reconozco un simple aficionado, por eso recurro a los que saben para explicarme
un fenómeno que me maravilla desde la comodidad de mi hogar. Parafraseando las
ideas de Henry Jenkins, gurú del análisis de los nuevos medios y autor del
libro Convergence Culture: Where Old and New Media Collide (2007), la convergencia mediática se refiere a la
interconexión de las plataformas de distribución de contenidos mediante nuevas
tecnologías y a su interacción en un complejo proceso de transformación social.
Dicho proceso está centrado en brindar nuevas posibilidades de participación e
interacción a los consumidores y usuarios.
La convergencia es
coexistencia. Viendo la tele desde mi sofá traduzco la teoría: medios que
facilitan la cultura interactiva. Personas que consumen contenidos de forma
frenética y compulsiva pero que además los comparten, critican y finalmente
reciclan en forma de entretenimiento.
Ahora con Netflix comienzo
a entender que los contenidos ya no se ingieren pasivamente a través del
televisor. Series, películas, novelas y caricaturas se consumen en sociedad gracias
a las nuevas plataformas donde las recomendaciones, la valoración con estrellas
y los comentarios son esenciales. Poco a poco, el resultado ha sido el
nacimiento de un nuevo estilo de vida que responde a un solo principio: la
cultura on-demand.
Desde la re-evolución del entretenimiento, los
catálogos de clásicos televisivos y estrenos se han convertido en una red
social. Si la cultura de la convergencia llega tan lejos como espero, quizá
algún día también pueda descargar palomitas y refrescos desde una nube.