EL ARTE DEL TROLL Y EL DESPRESTIGIO DE CERVANTES / Eduardo Pérez Ríos
No me siento
ligado a nada,
salvo a la
desprestigiada herencia de Cervantes
Milan
Kundera
En su ensayo
El Arte de la novela (1986), Milan
Kundera hace referencia al verdadero significado de El Quijote: literatura creada como una detracción racionalista al
idealismo confuso del hidalgo. Con el paso del tiempo y contrario al verdadero
origen de la obra, los eruditos académicos transformaron a la novela en una
exaltación de la nobleza castellana ignorando el verdadero propósito: el arte
como medio de crítica social. Sin pensarlo, Cervantes había creado uno de los
primeros trolls de la historia
contemporánea. La novela picaresca ayudaría a redondear el placer de la burla
desde la crítica paródica y la ironía.
En el fondo,
El Quijote no invita al lector a
plantearse una interrogante sino a tomar una posición moral respecto a un
fenómeno social. "El hombre anhela un mundo donde sea sencillo reconocer
al bien y al mal", enfatiza Kundera. Claro, siempre nos resulta más fácil
juzgar y criticar antes que proponer y comprender.
Como todo
arte, el verdadero propósito de un troll
es provocar una respuesta o reacción emocional en los consumidores, visuales,
lectores y/o usuarios. El fin último no es el entretenimiento ni la diversión,
sino el trazar un escape a la saturación mediática de los problemas sociales.
Hacer un troll no es sólo crear una burla: se
trata de ser profesionistas de la existencia y la crítica social. Todo trollero es un transgénero de medios que
coopera para que las Bellas Artes se consoliden como un género indie.
En un troll no existen barreras de percepción.
Su fin último no es provocar la risa sino el morbo por la crítica.
¿Acaso
Cervantes no hacía un troll al llamar
a Don Quijote un “ingenioso hidalgo"? ¿Acaso Warhol no hacía un troll al mundo del arte al pintar sólo
latas de sopa? ¿Acaso no podría ser el Tío Sam un troll de la identidad nacionalista?
Con el paso
del tiempo la burla se ha consolidado como la principal herramienta de difusión
para la crítica social. Ocasionamos sentimientos encontrados en la comunidad
para no tomar en serio al expansionismo de la era digital.
En realidad,
un troll no se creó a partir del uso
de internet. La tecnología sólo ayudó a profesionalizar su difusión. Crear un troll digital significa pertenecer a una
subcultura contemporánea, en cuanto que este adjetivo supone un espíritu de
réplica a su propio tiempo. Se trata de convertirse en un creativo que
experimenta con los estilos y críticas de la sociedad moderna. Después de todo,
el troll lleva a desinhibir la
cultura. ¡Abracemos el arte del troll!
Un troll es la desprestigiada herencia que recibimos
de Cervantes.