LA INVERSIÓN NARRATIVA O EL DEBILITAMIENTO DE LA LECCIÓN HISTÓRICA ǀ Diego Zavala Scherer
A pesar de la profusión
audiovisual, mi consumo mediático es más bien repetitivo, obsesivo. Reviso
compulsívamente los mismos productos, los que sirven de ancla, de punto de
palanca para las interpretaciones del resto. Años de observar los mismos
videos, las mismas películas y nunca se me había revelado la conexión que ayer pensé,
cual epifanía de cine italiano de posguerra. El enlace une cinco de los
productos que me han parecido más impactantes, todos ellos unidos por un tema
común: la relación filial.
Comienzo por el detonador del
vínculo: el video de la canción “Song to say goodbye” de Placebo, dirigido por Philippe Andre, fue el inicio del vendaval. El tema y
metáfora central del video es la sustitución de la relación de un drogadicto
con su cuidador (nunca queda claro si es un amigo, familiar o conocido), un
niño que intenta cuidar de un adulto, sin éxito.
La fábula moral del final de M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang,
1931) sirvió de fundamento al libro de Georges Perec, W o el recuerdo de la infancia (1975). La película cuenta la
historia de un asesino de niños en la Alemania de los años treinta. Los propios
delincuentes deciden cazarlo, pues sus actos exceden incluso el rango de normalidad
del crimen de la ciudad. Cuando lo han localizado, uno de ellos le escribe con
tiza una “M” para marcarlo como el asesino (“M” de “murder”, asesinato en
inglés). Finalmente es atrapado y juzgado por los criminales. Al final de la
película, uno de los personajes, ciudadano de Düsseldorf, expresa una máxima
que cierra el film: “los padres deberían cuidar de sus hijos”.
Esta consigna, muy propia del
mundo moderno y progresista de la primera mitad del siglo XX, conformará todo
el modo de pensar contemporáneo sobre la importancia de la familia en el orden
social y las paradojas que encierra este nuevo mundo urbano y peligroso. Es
justo Perec, con su libro de memorias, quien retoma la enseñanza y la invierte.
El escritor francés vio partir a su madre hacia los campos de concentración
nazi durante la Guerra Mundial. El libro plantea la culpa y el desasosiego que siente
el hijo por no haber podido salvar a su madre. El texto cierra el paréntesis abierto
por la película de Lang y, juntos, arrojan un modo canónico de pensar las
relaciones entre padres e hijos.
La guerra daría lugar a esta
necesidad de que no sólo los mayores cuiden de los niños, Perec nos previene de
la necesidad de conservación de la institución familiar para resistir la
experiencia límite y el horror que sufrió él, como millones de personas en
Europa. Durante décadas, parecía ser una lección aprendida. La impronta del
conflicto mundial era clara y visible en el arte, la cultura y la economía
(pienso por ejemplo en los estudios de las vanguardias de los años cincuenta de
Hal Foster, o el análisis del siglo XX de Susan Buck-Morss).
Sin embargo, el video de Andre
sobre la canción de Placebo hace una declaración completamente distinta. El
niño se declara incapaz de cuidar del padre. La máxima, al parecer, se ha
debilitado con el paso del tiempo. Como si la modernidad hubiera dado paso a la
posmodernidad y el proyecto progresista y de evolución constante del mundo
occidental entrara en decadencia. El lado oscuro del proyecto global.
Tal vez el video musical no sea
suficiente prueba o síntoma del cansancio de la sociedad contemporánea. Vaya un
ejemplo más dentro de esta lista de citas obsesivas: Biutiful (González
Iñárritu, 2010). Historia de un padre enfermo terminal, Uxbal (Javier Bardem),
que debe asumir que ya no podrá seguir haciéndose cargo de sus dos hijos.
Historia que habita en el paréntesis de una escena repetida (abre y cierra el
film), en la que el personaje ve a su padre muerto en el medio de un bosque
nevado.
No sólo los niños son incapaces de cuidar de sus padres, los adultos parecieran no poder seguirle el ritmo a la vida y tendrán que asumir su imposibilidad para cumplir con esta misión. La disolución del proyecto moderno. Las pocas certezas que quedaban, las pocas lecciones de la Guerra parecieran diluirse. ¿Qué nos queda entonces?
La orfandad, la inoperancia de la
institución familiar, nos arroja al otro en busca de referencia, de consuelo.
La filiación rota busca ser subsanada, se buscan padres adoptivos, figuras de
autoridad, influencias. El homenaje en el arte es una de esas formas que busca
la perpetuación de la tradición, la adscripción a un grupo, a una visión del
mundo.El mejor homenaje cinematográfico que he visto es el viaje en
motocicleta que Nanni Moretti hace en Caro
Diario (1993) a la tumba de Pasolini, mientras suena el Koln Concert de
Keith Jarrett.
Escoger tus maestros, buen modo de reemprender el camino. La tradición artística como filiación es un ejercicio consciente para establecer lazos entre dos generaciones separadas. Gesto de reconciliación, tan propio en las fábulas de padres e hijos. Pareciera que el cine posmoderno, a pesar del cansancio, ha encontrado en el remake y el homenaje un modo de reconocer el pasado y continuar hacia el futuro.