Más allá de crear una narrativa global para que los relatos puedan mantener su resonancia arquetípica, las producciones televisivas actuales parecen querer explotar el sentimentalismo generacional y crear nuevas franquicias basadas en la nostalgia. ¿Los productores y guionistas se están adaptando a las nuevas tendencias globales de entretenimiento o simplemente buscan el rating despertando las memorias del espectador?

La versión estadounidense de The Killing (2011) me atrapó con el capítulo piloto. Es un buen trabajo en cuanto a producción, dirección y actuación, sin embargo, no aporta nada nuevo a la narrativa visual contemporánea. En lo personal, simplemente movió fibras que me hicieron recordar mis primeros años consumiendo televisión.

The Killing en realidad no es un refrito de su contraparte danesa, es una adaptación de la fórmula de Twin Peaks (1990) sin las pesadillas de David Lynch. También es El Silencio de los Inocentes (1991) sin Lecter.

La historia es simplemente demasiado familiar: el asesinato de una adolescente en el borrascoso estado de Washington; políticos e inversionistas involucrados en el crimen, una víctima inocente que en realidad oculta un pasado sombrío. También rinde tributo replicando perfiles psicológicos en los personajes: una detective que intenta esconder su frustración sexual bajo el velo de su trabajo. Algunas otras referencias son un poco más obvias: ¿acaso no son a propósito las constantes tomas en segundo plano a mugs de café?, ¿acaso no es a propósito que uno de los personajes secundarios de la primera temporada se apellide Starling?

Para mí la intención es clara. La nostalgia se ha vuelto una franquicia, pero los reruns ya no son suficientes para alimentar nuestro consumismo visual. El intentar explotar el sentimentalismo de manera obvia -como el intento de resurrección de Beverly Hills 90210 y su contraparte del siglo XXI- sólo ha llevado al fracaso comercial.

Claro que cada generación tiene su propia versión de historias tradicionales como La CenicientaLos Tres Mosqueteros o Drácula. Sin embargo, anhelamos también ver Frankensteins inundando el primetime.

Existe una nueva tendencia narrativa que los productores y guionistas poco a poco comienzan a explorar con mayor frecuencia: hay historias que simplemente fluyen entre distintos grupos de edades. Las nuevas series despiertan nostalgia en la generación X y un sentimiento de novedad en los millenials. Series como The Killing -o incluso películas como Pacific Rim (2013)- son el Orgullo, Prejuicio y Zombies (2009) de las producciones televisivas: una historia clásica que incorpora los nuevos elementos de la moda global.

¿Hasta donde llegarán los experimentos narrativos en forma de tributos o remakes? En lo personal, no me molestaría en lo absoluto ver a una especie de McGyver que mata zombies y vampiros con un clip. 




EDUARDO PÉREZ RÍOS. Tapatío por orgullo y nacimiento. Es Licenciado en Relaciones Internacionales pero siempre ha dicho que “Internacionalista” está mejor. A pesar de su formación humanista, estudió un MBA sólo para demostrar que nada en este mundo está peleado. De profesión es insomne y escritor frustrado. Guarda en su cabeza datos inútiles sobre la historia de la cultura pop mientras se apasiona por el jazz, la Juve, el mezcal y la literatura.En la actualidad, a pesar de estar entrando a sus treintas, “Lalo” es ya demasiado viejo para Hamlet y demasiado joven para Lear.